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Agua 4.0, el reto de dar de beber en la nueva era digital.

La pandemia ha impulsado la digitalización del sector del agua como un camino irreversible e imprescindible para gestionar los recursos hídricos en el contexto del cambio climático.

La Cuarta Revolución Industrial ya está aquí. Y como cualquier revolución, trae consigo cambios profundos impulsados por la pandemia global que ha asolado al mundo.

Las nuevas tecnologías son las protagonistas de esta transformación que ya impacta en los modelos de producción, en la mano de obra, en la relación con los consumidores, etc.

La Inteligencia Artificial (IA), el machine learning, el big data, las impresoras 3D y 4D, el 5G, la Realidad Virtual, el blockchain, la Realidad Aumentada o el Internet of Things (IoT) son algunas de las tecnologías que ya marcan nuestro presente y que determinarán nuestro futuro.

En esta era de la resiliencia que nos empuja a adaptarnos a las nuevas condiciones que impone el cambio climático, incluida esta gran crisis sanitaria relacionada con la pérdida de biodiversidad en el planeta, el darwinismo digital cobra especial importancia:  “Las especies que sobreviven no son las más fuertes, rápidas o inteligentes, sino las que mejor se adaptan al cambio”.

Y este cambio afecta de lleno a la gestión de los recursos hídricos y a los operadores del ciclo integral del agua pioneros en la adaptación a las nuevas coyunturas que han surgido de la mano de la digitalización.

En este contexto Europa se propone avanzar en resiliencia digital, convirtiéndola en una palanca estratégica del cambio. Para ello priorizará inversiones del fondo de recuperación para favorecer la conectividad y los servicios online en el tejido social y empresarial comunitario, una materia en la que España es uno de los países que más han avanzado.

Según el Índice de la Economía y la Sociedad Digitales (DESI) correspondiente a 2020, que analiza el rendimiento digital general de Europa y hace un seguimiento de los avances de los países de la UE en su competitividad digital, España es uno de los que más han avanzado en el ámbito digital en los últimos cinco años hasta ocupar el segundo puesto en servicios públicos digitales.

El Big Data, que permite interpretar la realidad con toda su complejidad y anticiparnos a las crisis, debe ponerse al servicio de la ciencia y del medio ambiente, con especial foco en el agua, un elemento indispensable para mitigar los efectos del calentamiento global y para hacer frente a la actual pandemia.

El análisis de los datos y la transformación digital nos ayudan a hacer frente a la nueva realidad.

Control y digitalización

Sin duda, el uso masivo de tecnología supone el futuro ya presente para muchos sectores y el del agua urbana no va a ser menos.

La digitalización de la gestión del agua consiste en la utilización de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación para optimizar esa gestión. Y el proceso comprende tanto el agua en alta, es decir, la captación de los recursos hídricos, como el agua en baja, los servicios ofrecidos a la ciudadanía.

El sector del agua tiene a su disposición, como el resto de los sectores económicos, una serie de tecnologías que está adaptando o deberá adaptar para mejorar su rendimiento.

El 2020 ha sido todo un reto personal y profesional para los gestores del ciclo urbano del agua, que han tenido que modificar sus protocolos de actuación para proteger a sus plantillas al tiempo que garantizaban el servicio. Se han dado pasos de gigante en la digitalización de la gestión urbana del agua.

La digitalización permitirá la automatización de tareas, optimización de la operación y la toma de decisiones basadas en datos.

Ejemplos de la iniciativa empresarial no faltan en España. Uno de ellos, SUEZ España, con una inversión de 25 millones de euros en I+D+i en 2019 (de ellos, un 24% en digitalización), utiliza la inteligencia artificial, la realidad virtual aumentada y el análisis de datos en iniciativas como la red de centros de innovación Dinapsis, que desarrolla tecnología puntera para combatir, con estrategia transversal y con visión local, el cambio climático y contribuir al desarrollo de ciudades inteligentes y territorios más resilientes y sostenibles.

Anticiparse es siempre básico: por ejemplo, COVID-19 City Sentinel es una solución que detecta y cuantifica la presencia en las aguas residuales del virus SARS-CoV-2 y permite avanzar las estrategias contra la epidemia; o la aplicación Smart River Basin para prever y mitigar los efectos de las inundaciones, mucho más frecuentes debido al cambio climático. 

España es pionera en muchas de estas tecnologías que permiten ya la sensorización de las redes, la telelectura y la aplicación de sistemas de detección de fugas con el empleo de técnicas basadas en algoritmos avanzados para reducir las pérdidas de agua y aumentar la vida de las infraestructuras o soluciones que mejoran el rendimiento de los equipos de trabajo en campo.

Herramientas como el 5G permiten obtener este tipo de información en tiempo real y posibilitan la optimización de todas las operaciones.

En este sentido la implantación de “gemelos digitales”, una realidad digital exacta de la instalación real ofrece importantes ventajas, entre ellas, la gestión remota de la planta, analizar y optimizar la productividad de la instalación y evitar fallos antes de la puesta en marcha.

Un gemelo digital tiene dos vertientes, una relacionada con el propio diseño de ingeniería y otra relacionada con el sistema de control, y en él convergen diferentes tecnologías como la realidad virtual, la realidad aumentada, el Internet de las Cosas, o el Machine Learning. Herramientas que aceleran la toma de decisiones a partir de la prueba de posibles escenarios futuros.

Digitalización de los contadores de agua

Estas mismas tecnologías ya están incorporándose en la comunicación con el consumidor. La mayoría de las empresas gestoras de agua están modernizando sus vías de contacto con los usuarios y ampliando la información que estos reciben relacionada con su consumo de agua.

Entre las experiencias más innovadoras destacan los nuevos dispositivos de medición que irán sustituyendo paulatinamente los antiguos contadores.

Ahora es posible tener datos en tiempo real a través de tecnología 5G o de transmisión por ondas de radio. Se pasará de las arcaicas lecturas trimestrales a poder ofrecer a los clientes información muy precisa con diversas aplicaciones de lo más interesante.

Desde poder monitorizar a personas mayores a través de su consumo y activar una alarma para enviar ayuda si no hacen uso del agua en sus horarios regulares, hasta saber si alguien ha entrado en nuestra segunda vivienda porque se ha activado un grifo.

Para las empresas, poder acceder a datos en tiempo real de cada usuario, zona o sector sobre caudales, consumos o patrones, permitirá ser aún más eficientes en la prestación del servicio, detectar problemas y poder atajarlos más rápido. Además, se podrá mejorar la tarificación e incentivar consumos más responsables ofreciendo consejos concretos según cada caso.

Sin duda, todo un avance que revolucionará la relación de las empresas del sector del agua con los ciudadanos.

Agricultura inteligente

Las nuevas herramientas tecnológicas, como el blockchain, el big data, la inteligencia artificial, la sensorización, la robótica, la teledetección o el “internet de las cosas” afectan a todos los sectores económicos.

En el caso de la agricultura, su impacto será tan profundo que cambiará radicalmente la producción de alimentos y el funcionamiento global de la cadena de valor, con la aparición de modelos disruptivos de negocio agroalimentario e induciendo profundos cambios estructurales.

El Foro para el impulso de la transformación digital en el sector agroalimentario (Datagri) abordó el pasado noviembre las cinco grandes tendencias que determinarán cómo será este sector tras la pandemia.

De momento, en la nueva era agricultores y ganaderos se convertirán en productores y recolectores de datos. Estos datos constituyen la materia prima que toman diversas aplicaciones para convertirla en un conocimiento continuo acerca de todo lo que ocurre dentro y fuera del campo de cultivo o de la explotación ganadera.

Las aplicaciones convierten información en conocimiento y permiten a los agricultores tomar decisiones mucho más precisas en relación a sus cultivos y animales, evolucionando desde una agricultura intuitiva a una agricultura científica.

Así es como la propia Comisión Europea veía la agricultura del futuro, antes de que la pandemia lo pusiera todo del revés en la comunicación El futuro de los alimentos y de la agricultura que definía cuatro retos para la agricultura europea en el horizonte 2020: conseguir un sector agrícola inteligente y resiliente, aumentando el valor añadido; reforzar el cuidado del medio ambiente y la acción climática; fortalecer el tejido socioeconómico de las zonas rurales y abordar las expectativas de la sociedad con respecto a la producción sostenible de alimentos, en particular en lo que respecta a la inocuidad y calidad de los alimentos, el medio ambiente y las normas de bienestar animal.

La revolución en la que estamos inmersos ahora tiene un nombre mucho más sofisticado que la agrícola de hace 9.000 años o la revolución industrial del Siglo XIX, 4.0, pero supone igualmente un cambio en el paradigma del modelo económico y productivo que va a causar una enorme transformación social, económica y tecnológica.

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