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La salud del mundo pasa por invertir en la calidad del agua.

El cólera es tan solo un ejemplo más de las enfermedades que puede contener el agua. En la actualidad existen más enfermedades relacionadas con el agua que causan la muerte a unas dos millones de personas al año y que, según la ONU, se podrían evitar tan solo invirtiendo en la mejora del saneamiento y suministro de agua.

Las intensas tensiones políticas estallaron irremediablemente en Sudán del Sur a finales del 2013, desatando en el proceso una profunda guerra civil que obligó millones de personas a desplazarse hasta posiciones más seguras, como las que tenía las Naciones Unidas (ONU) repartidas por todo el territorio, en busca de salud y protección.

La esperanza por alcanzar esa seguridad acabó por desbordar las instalaciones de la ONU en pocas semanas y, tal y como recuerda la Organización Mundial de la Salud (OMS), más que a las armas, se empezó a temer a un enemigo invisible que, según las estimaciones, prometía llevarse por delante a cientos de personas: el cólera.

Dicho y hecho, cinco meses después del estallido se registró el nacimiento de un violento brote de cólera en Sudán del Sur. Sin embargo, las personas desplazadas que vivían en los campamentos improvisados de las Naciones Unidas no se vieron apenas afectadas, a excepción de unos casos aislados.

Su secreto fue la prevención, que se sustentó en dos pilares esenciales: vacunación y saneamiento. Al primero lo definieron como una herramienta eficaz en situaciones de emergencia, aunque fue el segundo quien realmente contuvo la enfermedad ya que el cólera, al igual que otras enfermedades diarreicas, se transmite por la presencia de bacterias presentes en agua y alimentos contaminados.

“El cólera está relacionado principalmente con un acceso insuficiente al agua salubre y a un saneamiento adecuado, por lo que su impacto puede ser aún mayor en zonas donde las infraestructuras medioambientales se encuentran dañadas o han sido destruidas”, señala la OMS.

“En su forma más grave el cólera se caracteriza por una diarrea acuosa aguda de aparición súbita que puede ser mortal debido a la grave deshidratación que causa. Al contrario de otras enfermedades diarreicas, puede matar a un adulto sano en cuestión de horas”, añade el organismo internacional.

La carpas de la división para la infancia de las Naciones Unidas (UNCEF) siguieron la misma estrategia y en todas sus instalaciones, además de por la utilización de medicamentos, apostaron por la mejora de las infraestructuras hídricas para disponer de un mejor saneamiento y suministro.

Dicho y hecho, cinco meses después del estallido se registró el nacimiento de un violento brote de cólera en Sudán del Sur. Sin embargo, las personas desplazadas que vivían en los campamentos improvisados de las Naciones Unidas no se vieron apenas afectadas, a excepción de unos casos aislados.

Su secreto fue la prevención, que se sustentó en dos pilares esenciales: vacunación y saneamiento. Al primero lo definieron como una herramienta eficaz en situaciones de emergencia, aunque fue el segundo quien realmente contuvo la enfermedad ya que el cólera, al igual que otras enfermedades diarreicas, se transmite por la presencia de bacterias presentes en agua y alimentos contaminados.

“El cólera está relacionado principalmente con un acceso insuficiente al agua salubre y a un saneamiento adecuado, por lo que su impacto puede ser aún mayor en zonas donde las infraestructuras medioambientales se encuentran dañadas o han sido destruidas”, señala la OMS.

“En su forma más grave el cólera se caracteriza por una diarrea acuosa aguda de aparición súbita que puede ser mortal debido a la grave deshidratación que causa. Al contrario de otras enfermedades diarreicas, puede matar a un adulto sano en cuestión de horas”, añade el organismo internacional.

La carpas de la división para la infancia de las Naciones Unidas (UNCEF) siguieron la misma estrategia y en todas sus instalaciones, además de por la utilización de medicamentos, apostaron por la mejora de las infraestructuras hídricas para disponer de un mejor saneamiento y suministro.

Por desgracia, el cólera no es la única enfermedad presente en el agua a la que se enfrenta la OMS. De acuerdo con un informe de la organización internacional, tras las enfermedades diarreicas -las más comunes- existen en el mundo otras 12 que se vinculan directamente con la utilización de agua para consumo, saneamiento e higiene deficientes (WASH por sus siglas en inglés) y otras 14 que se relacionadas indirectamente por las fallas en estos servicios.

Desde el año 2000, los progresos en materia de mortalidad asociados con las principales enfermedades relacionadas con el agua y el saneamiento han mostrado una tendencia a la baja “alentadora”, en consonancia con los avances en las instalaciones hídricas y su acceso.

No obstante, esa mortalidad ha disminuido de forma desigual en el mundo, en particular de forma más lenta en las regiones más desfavorecidas, y ahora, con la llegada del cambio climático, se promete revertir la tendencia sobre todo en esas regiones más vulnerables, según la ONU.

“La calidad del agua se verá afectada negativamente por el aumento de sus temperaturas, la menor cantidad de oxígeno disuelto y, por consiguiente, la menor capacidad de autodepuración de los depósitos de agua dulce. Las inundaciones y una mayor concentración de contaminantes durante las sequías aumentarán el riesgo de polución del agua y de contaminación patogénica”, resalta la ONU.

“Por tanto, una de las consecuencias más graves que acarrea el cambio climático sobre la salud humana tiene que ver con el agua. En primer lugar, por las enfermedades transmitidas por este recuro, seguido de las muertes y lesiones debidas a eventos climáticos extremos, como las inundaciones y, por último, por la desnutrición como resultado de la escasez de alimentos originada por las sequías y las inundaciones”, argumenta la ONU.

En la actualidad, el agua y el saneamiento inadecuados son causa de casi dos millones de muertes previsibles en todo el mundo, así como de 123 millones años de vida ajustados en función de la discapacidad (sistema AVAD). Lo curioso es que es que todas ellas se podían haber evitado tan solo invirtiendo en sistemas de distribución de agua de calidad y sistemas de saneamiento.

“Agua, fuente de vida”

La importancia del agua, el saneamiento y la higiene para la salud y el desarrollo han quedado reflejados en los documentos finales de diversas conferencias internacionales de importante calado desde la década de los 70.

Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), aprobados por la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) en 2000 y el documento final de la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible, realizada en Johannesburgo en 2002 son tan solo una pequeña muestra de cómo se ha incluido al agua como un factor a tener en cuenta para mantener la salud de la humanidad.

De hecho, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el periodo de 2005 a 2015 como el Decenio Internacional para la Acción bajo el lema “El agua, fuente de vida” y en 2010 reconoció explícitamente el derecho humano al agua y al saneamiento, reafirmando que un agua potable limpia y el saneamiento son esenciales para la realización de todos los derechos humanos.

Tras la finalización del periodo de los ODM, la ONU comenta que el 91% de la población mundial utilizaba fuentes de agua potable mejorada y el 68% contaba con instalaciones de saneamiento mejoradas.

No obstante, esas cifras son insuficientes ya que todavía existen unas 2.200 millones y 4.200 millones de personas que carecen de suministro de agua y de servicios sanitarios gestionados de forma segura, respectivamente.

Por ese motivo, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) han recogido el testigo y en su objetivo número seis se resalta la necesidad de garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos. Objetivo, por otro lado, necesario para poder alcanzar otras metas propuestas en esa misma agenda, como el ODS 3, sobre salud, ODS 1, para atajar la pobreza, ODS 5, sobre igualdad de género, entre otros muchos.

“Existen fuertes sinergias entre los objetivos de acceso universal a los servicios de abastecimiento de agua, saneamiento e higiene (WASH) [6.1, 6.2] y tratamiento de aguas residuales [6.3], y la reducción de la pobreza multidimensional [1], la mejora de la nutrición [2] y el logro del acceso universal a los servicios de salud [3] y educación [ 4], entro otros”, afirma la ONU.

Dada la patente naturaleza transversal entre el agua y la salud, la apuesta por los servicios que garanticen su disponibilidad y calidad es un imperativo en nuestro desarrollo. Al fin y al cabo, como señala la ONU, el agua puede ser fuente de patógenos microbiológicos y otros peligros, pero sin lugar a duda, es la única fuente capaz de otorgarnos la vida y, tan solo por ese motivo, debemos de cuidarla cueste lo que cueste.

Por ello, las inversiones para conseguir un agua de calidad y un saneamiento adecuado para la población deben ser una prioridad para todos los países. Naciones Unidas no deja de impulsar y demandar a los gobiernos y sectores implicados que su apuesta por el agua y la aceleración del ODS6 sea decidida para evitar la muerte de millones de personas y alcanzar el bienestar de la población. Un fin para el que será necesario la implicación de todos: administraciones públicas, sector privado y sociedad civil. Porque para conseguir cualquiera de los Objetivos de Desarrollo Sostenible es imprescindible pasar por el ODS17: las alianzas. La convicción de que sumando llegaremos, sin duda, mucho más lejos.

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